Inventario de noches que aun laten sobre el pecho, el abrazo roto que se desliza por mis hombros, la película que vimos sin desnudarnos, los ojos que te contemplan todavía y que tu veras para siempre. La sentencia de caminar, de rendirse a la ternura, las olas bien grandes que cubren el mar y el silencio que castiga con dulzura al volver la piel hacia todos nuestros lugares.
Te sonrío y hacia abajo del tiempo, estoy como un atlas deteniendo tu mundo al girar. Hago danzar las vueltas de la vida. Hago reír tu vientre. Vuelvo a dormir en la cabaña rodeada de naturaleza, y a sentir el frío de no abrazarte porque nos contemplan. Tus hojas y listas de viaje que yo tachaba con mi letra ilegible.
Te beso, besando nuestras citas a ciegas, tu aliento con cigarro que se esfuma, la terca visita de tus mareos cotidianos, la armadura que yo se como quitarte aunque luches conmigo y me lastimes. Encontrarte como la única mujer, ahí donde hay un mundo feliz, donde tomamos nuestras dosis de soma olvidando a la mas imperfecta de las dictaduras. Ver como te dejas herir por la realidad, que yo suavizo para ti con las manos. Tu tacto que aprende a esculpir emociones, y me observa latir en el principio de tu pecho. El espacio que hay entre tu imaginación y tu miedo, entre mi amor y la ansiedad por rodear los continentes colgada de tu cuello.